Para fortuna de la familia de Osvaldo, en medio de esta desgracia, la carga ha sido menos pesada de lo que podría ser, porque en su camino se encontraron con la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer (Amanc), con sede en Acapulco, institución de asistencia privada que les proporciona gratuitamente alimentación, hospedaje, transporte, ayuda sicológica y banco de medicamentos.
“Es una batalla difícil, nos la pasamos luchando, pero si no existiera Amanc, tuviéramos muchos más problemas; mucho gasto, pues, pero gracias a Dios que Amanc está aquí para ayudarnos, para salir adelante”, dice Fidela con un rayo de luz en el rostro, la luz de la esperanza y el agradecimiento a quienes le hacen la carga menos pesada.
Amanc Guerrero está por emprender una campaña para allegarse de recursos para poder ayudar a más niños y sus familias que están pasando por el mismo calvario que Osvaldo; son pequeños donativos que hacen la gran diferencia; son de esas inversiones aprovechadas para hacer el bien; sí, son inversiones en la salud y la esperanza, no son gastos.
También comenzará en breve un programa que ayude a las familias a detectar los síntomas que podrían estar alertando sobre la posibilidad de que el cáncer esté tocando sus puertas, por lo que se requiere la atención inmediata que salve. Sí, Amanc quiere apostarle a la prevención, más que a la curación tardía, porque quiere salvar más vidas.
Osvaldo llegó a Amanc cuando tenía seis años de edad; nueve meses después sigue luchando por su vida de la mano de su familia y de Amanc.
“Mientras lo tenemos internado nos dan comida y un lugar para dormir, y aquí seguimos; cuando la cita es larga, nos vamos a la casa y regresamos después a Amanc, que es como nuestra casa, y aquí estaremos hasta que el niño termine su tratamiento; Amanc nos apoya, y tenemos menos gastos; aparte de la comida y el hospedaje, nos apoyan para el transporte y medicinas”, expresa Fidela con singular emoción.
Lamenta que su hijo no vaya a la escuela porque sus recaídas son sorpresivas e imprevistas; con la aplicación de la quimioterapia ha ido mejorando; a veces juega, pero a veces se la pasa acostado, con mucho sueño, pero poco a poco va luchando. Así transcurre su vida.
“Vamos a ganar la batalla, tenemos la esperanza de salir adelante”; son palabras de una madre que indican que no dejará de luchar por su hijo y contra ese cáncer que amenaza con arrebatar su vida.
Sí, todos somos Osvaldo; porque todos estamos en riesgo de padecer, mediante un hijo, sobrino, etcétera, la enfermedad y todo lo que conlleva en detrimento de la familia. Todos estamos en ese riesgo, pero también podemos ser ese Ángel de la Guarda como es Amanc, ese ángel que aporta, ese ángel que ayuda, que da parte de sí, que es solidario y empático con el dolor ajeno. n